Tanto el término autoestima como el término autoconcepto son empleados continuamente como sinónimos para referirse al conocimiento que el ser humano tiene como consecuencia de la reflexión de sí mismo. Sin embargo, ambos conceptos, aunque muy similares, no delimitan una misma idea. El autoconcepto es el conjunto de elementos o conceptos que una persona emplea para describirse (es decir, las percepciones que tiene de sí mismo), mientras que la autoestima es la valoración positiva o negativa de dichos elementos descriptivos. A modo de ejemplo, podemos ver que si el autoconcepto satisface a la persona la valoración de éste será positiva y, por tanto, la autoestima será elevada. Por el contrario, si el autoconcepto no satisface a la persona, la valoración de éste será negativa y disminuirá la autoestima.
Ambos conceptos se subdividen en varios componentes que ayudan a delimitarlos y definirlos con más precisión atendiendo al momento evolutivo de la adolescencia. Dentro del término autoconcepto se pueden diferenciar cuatro autoconceptos específicos:
Por su parte, la autoestima estaría conformada por los siguientes componentes:
Adolescente con alta autoestima | Adolescente con baja autoestima |
---|---|
· Actúa de forma independiente · Asume sus responsabilidades · Se enfrenta a nuevos retos con entusiasmo · Está orgulloso de sí mismo y de sus logros · Tolera la frustración | · Desmerece su talento · Siente que los demás no le valoran y se siente muy influenciado por ellos · Se siente impotente · No tolera la frustración y se pone a la defensiva con facilidad · Culpa a los otros de sus debilidades · Elude las situaciones que la provocan ansiedad |
Teniendo en cuenta toda esta información, es importante destacar que la autoestima no es innata, dado que se desarrolla a partir de las experiencias que el adolescente ha ido acumulando hasta tal etapa. De ahí que la familia juegue un papel fundamental en el desarrollo y mantenimiento de la autoestima.
Dentro del ambiente familiar existen ciertas variables que se pueden tener en cuenta de cara a desarrollar una autoestima que favorezca al adolescente futuro. Entre ellas, podemos encontrar el clima familiar, las pautas educativas, la evaluación implícita y explícita de la conducta de los niños, la aceptación de los hijos, el tipo de relación que se establezca padres – hijos y el refuerzo hacia lo bien hecho o logrado. Por ejemplo, si un niño crece siendo castigado y regañado continuamente, se generará un sentimiento de inferioridad, poca valía y vergüenza que derivará en la pérdida de confianza en sí mismo para hacer bien las cosas, lo que, por ende, implicará una disminución de la autoestima.
Por lo tanto, aunque no lo creamos, desde el ámbito familiar se juega un papel fundamental en cuanto a qué autoestima desarrollará nuestro hijo/a. Tener un papel activo e implicado en la autoestima de los más pequeños ayudará a los adolescentes
a enfrentarse de forma más adaptativa a la gran cantidad de cambios que conlleva la adolescencia.
Si ya de por sí el camino de la adolescencia es un terreno lleno de piedras, ayudémosles a que se enfrente a ello con los mejores zapatos posibles! =)
Lucía Moreda, psicóloga
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