Si eres profe seguro que has oído hablar de disciplina positiva. A grandes rasgos, supone asumir un cambio sobre el concepto que tenemos de las relaciones que surgen en el entorno escolar. Es dejar a un lado viejos patrones y clichés que se han perpetuado en la escuela durante generaciones y que han impedido que, en gran parte de la población, la experiencia escolar no sea un factor de crecimiento personal emocionalmente positivo, sino que en muchos casos, ha generado vivencias de angustia, malestar, competitividad y sumisión.
Para poder hablar de este paradigma, primero es importante aclarar ¿qué NO es disciplina positiva?
En Albizia, nos gusta acunarlo como pedagogía positiva y buenos tratos, ya no sólo en el contexto académico, sino para la vida.
Un paradigma que conlleva un cambio de mentalidad como docente y educador/a, y que invita a hacer una revisión de tus propias creencias limitantes, vivencias y patrones inconscientes que fueron creados en tu propia infancia.
Una de las claves más importantes dentro de este paradigma es que es necesario que tu profesión la vivas en constante proceso de aprendizaje, donde tu alumnado pasa a ser tu maestro. También, que tengas en cuenta el enfoque sistémico de la pedagogía, que nos lleva a entender que las personas no somos entes aislados sino que nos desarrollamos en diferentes contextos (familia, escuela, grupo de iguales…), que hay que tener en cuenta para aprender a generar procesos de cambio y mejorar la experiencia vital.
Por ello, el escenario escolar necesita ser enfocado como un “Entorno Positivo”, que supone:
Y, dicho todo esto, sabemos lo que estás pensando: ¿cómo lo llevo a la práctica?
El modelo que te proponemos supone tener en cuenta las necesidades emocionales de tus alumnos, en concreto, dos aspectos de suma importancia: la conexión emocional que necesitamos tener con los demás, y la sensación de pertenencia al grupo.
La disciplina positiva nos da la posibilidad de plantearnos qué hacer ante las situaciones más complicadas (por ejemplo, ante actitudes disruptivas o cuando un alumno tiene un comportamiento inadecuado en clase). Tu gestión emocional es clave: saber que no puedes perder los papeles y dejar a un lado la idea de que tu alumno te está provocando o desafiando. Como figura de referencia y apego debes contar con una gran capacidad de autorregulación y comprender que bajo ese comportamiento hay un mensaje oculto (la metáfora del iceberg) que tú como docente debes aprender a descifrar.
Además, nos permite averiguar bajo qué meta errada del comportamiento (meta de atención excesiva, meta de poder errado, meta de venganza o la de indefensión aprendida) está tu alumno cuando te muestra esa actitud negativa. Según Dreikurs, uno de los padres de la teoría que fundamenta la disciplina positiva, la motivación de cada niño o cada niña se basa en la creencia errónea de cómo esperan lograr un sentido de pertenencia e importancia en su entorno. Para saber cuál es la meta que motiva su comportamiento, solo tenemos que mirar las consecuencias; es decir, qué provoca en nosotros y en ellos mismos (qué consigue con ese comportamiento).
En este sentido, este enfoque te otorga las herramientas para conectar con el alumnado que más retos te plantea y acompañarle con la estrategia más eficaz, para que sea capaz de reconducir su propia actitud, sin culpa, sin castigos, sino a través de la reflexión y del ejercicio de autorresposabilidad.
Para poder comenzar a integrar la disciplina positiva en tu práctica docente, te planteamos algunos de los recursos que facilita una de sus mayores referentes, Jane Nelsen, en función de cada meta errada:
Para ir concluyendo, queremos hacer hincapié en el equilibrio entre la amabilidad y la firmeza para que tu papel como docente positivo sea posible. La amabilidad es importante por el sólo hecho de mostrar respeto por nuestro alumnado. La firmeza es esencial por incidir en el respeto hacia nosotros mismos y, porque la situación escolar en sí misma así lo exige de cara a que el proceso de aprendizaje sea significativo, posible y real.
Además, es imprescindible tener en cuenta la individualidad de cada una y cada uno, potenciando una autoestima ajustada a la realidad y un autoconcepto sano, ofreciendo un mensaje claro a cada uno de ellos (“me importas!”).
Por último, y siendo conscientes de que este artículo sirve como un acercamiento a esta disciplina, os proponemos varias técnicas para aplicar en el aula:
En este artículo hemos querido dejar una aproximación teórica y algunos tips prácticos de la disciplina positiva en un contexto de aula. Si quieres aplicarlo de manera más concreta, no dudes en solicitar nuestro asesoramiento o cursa la cápsula formativa de nuestra formación en blíster de Disciplina positiva en el aula.
Ana Belén León. Psicopedagoga de Albizia.
Miriam Fernández Rodriguez. Pedagoga y directora de Albizia.
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