A grandes rasgos, el desarrollo es un proceso interrelacional entre los ámbitos sensorial, motor, cognitivo y socioemocional por el que los niños y niñas evolucionan y van adquiriendo diferentes habilidades.
Por lo tanto, nos referimos a desarrollo infantil como el proceso por el cual niños y niñas adquieren y especializan las capacidades y habilidades que necesitan para ejercer actitudes cada vez más autónomas y desenvolverse en su entorno. Hasta los seis años de edad, aproximadamente, significa crecimiento y maduración.
Estimular la psicomotricidad fina y gruesa va a potenciar la adquisición del equilibrio, la estructuración espacial, las nociones de tiempo y ritmo, entre otros. Proponer actividades psicomotrices a modo de juego que permitan el desarrollo de la imaginación posibilita la mejora de su capacidad perceptiva y, por tanto, cognitiva.
Ofrecerles objetos estimuladores a través de los cuales conozcan formas, texturas, usos, símbolos…, va a mejorar y hacerles conscientes de sus posibilidades sensoriales.
Es fundamental ejercitar de manera consciente y continuada el análisis y recuerdo de las sensaciones, la acción corporal, el movimiento, el lenguaje como instrumento de análisis e interiorización de las experiencias motrices, la motivación y el recuerdo.
Adaptándonos a sus características evolutivas y a su maduración podemos lograr la integración sensorial haciendo extensibles el principio de partir de su nivel de desarrollo.
En Albizia, desde el ámbito de la atención temprana, con el objetivo de prevenir posibles dificultades en el desarrollo, bajo un enfoque sistémico y en base al paradigma de los buenos tratos, podemos impulsar una serie de estrategias y recursos. Algunas de las más atractivas con las que trabajamos son:
Psicomotricidad vivenciada. Práctica de acompañamiento de las actividades lidias del niño, concebida con un itinerario de maduración que favorece el paso del “placer de actuar, al placer de pensar”, lo que le asegurarse en relación a sus angustias. Puede hacerse desde cualquier edad y debe orientarse a la integración personal y mejora de las relaciones con el mundo que rodea al menor.
Juego terapéutico. Los niños y niñas experimentan, aprenden, reflejan y transforman la realidad a través del juego. Permite diagnosticar, intensificar relaciones, verbalizar, mitigar la tensión y lograr cierta catarsis, poner a prueba la realidad, abrir nuevas vías de comunicación. Podemos combinar varios tipos de juego: sensoriomotor, funcional, simbólico, reglado…
Pedagogía Pickler. Parte de la base de que el desarrollo motor es espontáneo por lo que, si se les proporciona ciertas condiciones, los niños alcanzan por sí mismos un desarrollo motor adecuado. El adulto no “enseña” movimientos ni ayuda a realizarlos, sino que los menores se mueven y se desarrollan regidos por su propia iniciativa.
Evaluación de los reflejos primitivos infantiles, entendida como un proceso de recogida de información para tomar decisiones respecto a la madurez neurocognitiva del niño o la niña, sus puntos fuertes y débiles, y definir programas de intervención para estimular estos últimos.
Alguna de la bibliografía consultada:
BARUDY, J., DANTAGNAN, M. (2009). Los buenos tratos a la infancia. Barcelona: Gedisa.
BERK, L. (2004). Desarrollo del niño y el adolescente. Madrid: Pearson Prentice-Hall.
BLOOMBERG, H. (2012). Terapia de movimientos rítmicos. Movimientos que curan.
DE TRUCHIS, C. (2010). El despertar al mundo de tu bebé: el niño como protagonista de su desarrollo. Barcelona: Oniro.
GODDARD, S. (2015). Reflejos, aprendizaje y comportamiento. Madrid: Vida Kinesiología.
PIKLER, E. (1984). Moverse en libertad: desarrollo de la motricidad global. Madrid: Narcea.
YORKE, L., LOSQUADRO, T. (2001). Como desarrollar las habilidades motoras. Barcelona: CEAC.