¿Qué son los reflejos primitivos?
Son movimientos automáticos, involuntarios y esteriotipados, gobernados desde el tronco encefálico (la parte más primitiva de nuestro cerebro) y ejecutados sin mediación de la corteza, cuya finalidad es proteger al bebé desde las primeras semanas de vida y ayudar en el proceso de desarrollo neuromotor posterior. Un ejemplo sería el reflejo de succión, que permite al bebé alimentarse nada más nacer y, de esta manera, poder sobrevivir en el exterior.
Tan importante es que estos reflejos estén presentes en el momento que corresponda como que se vayan inhibiendo progresivamente. Deben tener una vida limitada, es decir, han de cumplir la función para los que fueron creados y posteriormente inhibirse o integrarse en funciones superiores del cerebro. Esto facilita la creación de estructuras neuronales más sofisticadas que permitirán aprendizajes cada vez más complejos. El desarrollo motor normal está relacionado con la integración de estos reflejos (durante los tres primeros años de vida).
Numerosas investigaciones han demostrado que si estos reflejos permanecen activos ponen de manifiesto inmadurez o debilidad estructural dentro del Sistema Nervioso Central, pudiendo interferir en el desarrollo de las habilidades motoras, percepción sensorial, cognición…
El Sistema Nervioso madura por medio de los reflejos primitivos. Gracias a ellos, el bebé podrá desarrollar después los denominados reflejos posturales, necesarios para erguirse y moverse, encargados del control del equilibrio, la postura y el movimiento. Mientras esto sucede, estos patrones de supervivencia van siendo inhibidos o controlados por centros superiores del cerebro.
Es así como la mayoría de estos reflejos desaparecen a medida que el niño va creciendo, mientras que otros deben permanecer toda la vida (reflejo de parpadeo, estornudo, bostezo, tos…) Cada uno de los reflejos primitivos se desarrolla con una misión y se relaciona con la adquisición de nuevas habilidades, por lo que, evaluando qué reflejos están presentes en el niño podremos saber qué habilidades no se han podido desarrollar de manera adecuada.
El que menores y adultos no hayan logrado integrar en su totalidad estos reflejos en el momento evolutivo asignado para ello, impide que los reflejos posturales no se desarrollen bien, al no contar con la base necesaria para hacerlo. Esto da lugar a que experimenten dificultad en el control de sus movimientos, afectando, entre otros, a su coordinación, equilibrio, habilidades motoras, aprendizaje lecto-escritor, percepción sensorial.
Síntomas que pueden aparecer cuando los reflejos no están integrados:
¿Cómo podemos ayudar a integrar los reflejos primitivos?
Una vez realizada la evaluación y conociendo qué reflejos permanecen activos en el niño, diseñaremos un plan de entrenamiento basado en ejercicios ideados para ayudar a integrar dichos reflejos. Es lo que se llama Terapia de Movimientos Rítmicos, que tiene como objetivo la completa y correcta integración de los reflejos primitivos cuando no se ha conseguido de manera espontánea.
Mediante la práctica de un programa diario de ejercicios personalizados podemos darle una segunda oportunidad al cerebro para madurar. Conforme se van integrando los reflejos se producen mejoras a nivel motor, cognitivo y emocional.
La Terapia de Movimientos Rítmicos consiste en unos ejercicios sencillos que el niño debe hacer en casa con la colaboración de un adulto, con el que el vínculo afectivo es fundamental. Esta terapia copia los movimientos rítmicos naturales del bebe, donde la estimulación sensorial causada por dichos movimientos estimula las redes nerviosas del cerebelo, los ganglios basales y el neocortex, para que se desarrollen. Al estimular los ganglios basales ayudaremos a la maduración e integración de los reflejos primitivos.
Los ejercicios deben realizarse todos los días, durante aproximadamente cinco minutos, ya que la constancia es fundamental para conseguir resultados. Deben hacerse forma precisa, rítmica, coordinada, simétrica, suave, sin esfuerzo. Se trabaja con movimientos rítmicos pasivos, activos y con ejercicios específicos e isométricos en función de cada caso. Es una terapia a largo plazo, donde es conveniente realizar una supervisión al mes y, posteriormente, cada mes y medio o dos meses.
En Albizia, ofrecemos formación especializada para personal educativo y sociosanitario, y contamos con un equipo colegiado que realiza las valoraciones y programaciones en TMR.
Más información:
www.reflejosprimitivos.es
www.haraldblomberg.com
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2 Comments
Muy interesante, y diría que desconocido para buena parte de los padres.
Gracias Eneida.
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albiziacoaching@yahoo.es