Igual que en la actualidad nos servimos de las nuevas tecnologías para una mejora de nuestras funciones como profesionales, estamos obligados a aprovecharnos de la 𝗻𝗲𝘂𝗿𝗼𝗰𝗶𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 para comprender, entre otras cuestiones, cómo funciona el cerebro y aplicarlo a la mejora del aprendizaje y el bienestar personal, independientemente de si somos pedagogas, psicólogas, logopedas, maestros…
💭 Sus aportaciones nos permiten ajustar aún más la intervención a las necesidades particulares, potenciando así la inclusión educativa.
Desde el momento del nacimiento, se van produciendo cambios en el sistema nervioso como respuesta a los diferentes estímulos. Realizar actividades como leer, el deporte, las manualidades y otras destrezas van a repercutir positivamente en nuestra reserva cognitiva.
🧠 Pero, ¿qué es eso de la 𝗿𝗲𝘀𝗲𝗿𝘃𝗮 𝗰𝗼𝗴𝗻𝗶𝘁𝗶𝘃𝗮? Se trata de una propiedad del cerebro que permite un funcionamiento mantenido frente a determinados cambios relacionados con la edad y el deterioro cerebral.
Funciona como un colchón de seguridad: cuanto mayor es la reserva, más daño debe acumularse en el cerebro para que se manifiesten sus efectos. A mayor ejercitación mental, redes neuronales con mayor densidad y, por tanto, personas con mayor reserva cognitiva.
Lo que muestran los estudios es que, a mayor nivel de educación, más reserva cognitiva y que, el punto de inflexión de las demencias ocurre antes en una persona con reserva cognitiva baja que en una con esta reserva alta.
📚Fuentes: artículos de Unai Díaz-Orueta, Clara Torrellas-Morales, Ana Isabel Liranzo.
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